El Perú en Recesión
[Por Mario Guerrero | Jefe de Estudios Económicos de Scotiabank]
Es hoy el término de consenso. No estábamos en la parte más baja del ciclo económico desde la pandemia. Nuestra proyección de inicios de año (2.4%) ha sido revisada con mayor frecuencia de lo habitual. La más reciente a -0.2%.
No esperábamos culminar en terreno negativo, pero la realidad apunta en esa dirección. Así, el Perú se suma a otros 18 países que se contraerían en 2023, según las recientes proyecciones del FMI: Chile, Argentina, Haití y Puerto Rico en la región, y Estonia, Lituania, Finlandia, Suecia, Hungría, Alemania, Luxemburgo, Brunéi, Guinea Ecuatorial, Sudán, Iraq, Kuwait, Pakistán y Yemen.
El domingo 11 de junio, advertimos sobre el “fantasma de la recesión”, analizando en detalle los múltiples choques que venían afectando a la economía e invocando a la necesidad de implementar políticas efectivas y visibles de prevención ante la proximidad del evento de El Niño.
Si bien se han desplegado esfuerzos en este sentido, la ejecución no parece ser suficiente. El MEF anunció su intención de gastar S/5,400 millones adicionales (alrededor de 0.5% del PIB) en lo que queda de 2023. Si bien se trata de proyectos de corto plazo y de beneficio rápido, cumplir con esta cantidad de gasto adicional en tan poco tiempo es una tarea difícil, aunque igual ayuda.
¿Qué se requiere para salir de la recesión?
Llegamos a la fase más baja del ciclo económico, luego de un largo letargo de falta de inversiones, que ya se venían reflejando en el descenso sostenido de nuestra producción potencial. Esta vez ni la resiliencia emprendedora pudo evitar caer en terreno negativo. Esta situación no es nueva, pues es el resultado de muchos años de haber perdido la brújula económica.
Si bien algunas medidas como ampliaciones presupuestales o el adelanto de la segunda temporada de pesca ayudan, son paliativos. Retomar la senda del crecimiento pasa necesariamente por realizar un trabajo de “plomería” económica, desatorando todas las “cañerías” obstruidas que impiden que el flujo de recursos a todo nivel del sector público se ejecute de manera eficiente y sin corrupción.
El otro pilar es sentar las bases de la sostenibilidad social como base de confianza. Sí, esa tarea que hasta ahora se mira de lado y se deja para después. Es una tarea difícil, pero imprescindible, pues requiere ponernos de acuerdo como comunidad, Estado, empresa y sociedad sobre cómo explotar nuestros recursos naturales de manera económica, social y ambientalmente sostenible.